¿Quién sabe adónde puede llevar un encuentro fortuito?

Para Juana Isela Guerrero Puga, una persona con discapacidad intelectual de la comunidad de El Arca en Querétaro (México), la respuesta es… a un trabajo nuevo, nuevos compañeros, nuevos horizontes y, por ende, a desarrollar una nueva confianza en sí misma.

Todo empezó cuando Juana y otros miembros de El Arca disfrutaban de un paseo por el centro comercial local. En las escaleras mecánicas, llamaron la atención de un hombre que iba en dirección contraria: el señor César Granada, propietario de una cadena de restaurantes llamada Señor Wings. La fortuna sonrió: el señor Granada estaba en busca de trabajadores para su almacén de suministros, y la señorita Juana Isela estaba lista para un nuevo reto.

Las cosas se precipitaron. El señor Granada sabía que en México sólo un pequeño porcentaje de las personas con discapacidad encuentra un empleo estable, y en general prácticamente la mitad de la población consigue solamente empleos temporales. Conciente de su papel en el desarrollo social, el señor Granada contactó a Laura González Bernabé, una psicóloga que conocía, y le preguntó si sabía de miembros de El Arca deseosos de trabajar en la fábrica de empaques Señor Wings. Recordando que Juana Isela, además de tener experiencia en el servicio de alimentos, tenía también capacidad de liderazgo, Laura no lo dudó: Juana Isela era una candidata perfecta para este empleo.

Han pasado cuatro años y Juana Isela ha colmado con creces la confianza de Laura; se siente muy orgullosa de su trabajo con el equipo del almacén. Con su propio esfuerzo, ha demostrado que es capaz de mantener un trabajo estable, dedicándole las horas necesarias para alcanzar el éxito.

Juana Isela y su supervisor, Atilio Araujo Soto

Como para los demás empleados, el trabajo de Juana Isela conlleva sus propias exigencias: todos los lunes, miércoles y jueves, transita sola de su casa a su lugar de trabajo, un modesto edificio cuadrado en el barrio de El Pueblito en Querétaro. Recorre la calle empedrada cuesta arriba hasta llegar a la puerta principal, donde entra, saluda y se pone a trabajar.

¡Y hay mucho que hacer! El almacén abastece a los cuatro restaurantes de la ciudad de alitas de pollo y aros de cebolla congelados, varios tipos de salsas, paquetes de ketchup y caramelos para después de la cena: lo indispensable para que una parada de alitas y cerveza sea un éxito. El trabajo de Juana Isela consiste en separar y organizar las bolsas de plástico para los alimentos congelados, lo que permite al personal encargado del envasado trabajar con rapidez y eficacia. También empaqueta pequeños artículos, como caramelos de sobremesa y paquetes de salsas.

Ser asalariada es, naturalmente, motivo de gran orgullo: “Antes no podía ayudar en nada, pero ahora que gano algo de dinero, puedo ayudar en casa”, dice. “Con las cuentas del agua, la luz, cosas así.”

Juana Isela trabaja duro por su dinero, pero está a la altura de ese reto: alcanzar sus metas siempre ha significado para ella enfrentarse a las adversidades de la vida. Entró en El Arca de niña, cuando aún vivía en casa de su madre. Uno de sus primeros retos fue aprender a caminar. Para ella fue más difícil que para la mayoría de los niños, debido a su discapacidad, la cual también afecta su concentración y su motricidad. Pero aún de pequeña mostraba la determinación que la caracteriza, se sintió estimulada con la ayuda y el cariño de los asistentes de El Arca y de su familia, y de esa forma fueron creciendo a la vez sus capacidades y su confianza en si misma.

"Pan de muerto"

Hace nueve años, la muerte de su madre produjo un gran cambio: sin la persona que la había cuidado y protegido durante toda su vida, Juana Isela se vio obligada a tomar decisiones que eran nuevas para ella. Resolvió ir y volver sola al taller de El Arca, cumpliendo un recorrido que implica tomar dos buses diferentes y luego una ardua caminata cuesta arriba.

Juana Isela se alegra de seguir formando parte del grupo de repostería del taller de El Arca cuando no está trabajando en Señor Wings. Con los años, todos admiran sus habilidades en la panadería y se ha convertido en una líder, organizando a sus compañeros y llevando a cabo tareas complejas como la pesa de los ingredientes. Hoy en día, con todos los miembros de su equipo, prepara con confianza pizzas, galletas, tamales y especialidades mexicanas como el pan de muerto, un pan dulce que se come y se coloca en los altares durante las festividades del Día de los Muertos.

Además de aportar buenos ingresos, el trabajo de Juana Isela en el almacén le permite acceder a todas las prestaciones del Estado, como los créditos para asistencia sanitaria y vivienda, que es a lo que aspiran todos los trabajadores mexicanos.

Las personas con discapacidad intelectual participan en actividades artísticas y artesanales en El Arca

Una gran ventaja de trabajar en Señor Wings ha sido establecer nuevos contactos con personas ajenas a su familia o a la comunidad de El Arca: una valiosa experiencia de aprendizaje por parte y parte. Su supervisor, Atilio Araujo Soto, es un migrante venezolano que llegó a Querétaro hace un año, después de hacer el largo y peligroso viaje a través de Centroamérica hasta México. Al igual que las personas con discapacidad, los migrantes en México sufren de la discriminación y a menudo luchan por encontrar un empleo estable.

“Espero que todo el mundo pueda ponerse la mano en el corazón y decir ‘todos somos seres humanos'”, dice Atilio. “No podemos discriminar y todos merecemos tener oportunidades en la vida”.

Al igual que las personas con discapacidad, los migrantes en México sufren de la discriminación

Trabajar con Juana Isela ha sido para Atilio su primera experiencia con una persona con discapacidad. Por su lado, Juana Isela dice que en El Arca se había acostumbrado a tratar con extranjeros, pero no había tenido la oportunidad de conocer a ningún venezolano hasta que empezó a trabajar en Señor Wings. Y ¡trabajan bien juntos! Juana Isela se burla de Atilio porque a él no le gusta comer comida mexicana picante, pero ella lo defiende cuando surgen malentendidos ocasionales con sus compañeros de trabajo.

Gracias a su trabajo, Juana Isela ha aprendido que es capaz de mucho más de lo que pensaba.

“Antes pensaba que no podía hacer nada, pero ahora puedo hacer las cosas mejor, estoy progresando”, dice. Quiere seguir creciendo tanto a nivel personal como en su trabajo, y espera algún día tener su propio hogar con su propia familia.

“Creo que lo voy a lograr.”

Juana Isela trabaja duro por su dinero, pero está a la altura de ese reto: alcanzar sus metas siempre ha significado para ella enfrentarse a las adversidades de la vida
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